A veces los documentos más apropiados para comprender un momento histórico no están incluidos en gruesos y aburridos tomos que, por su estilo exageradamente académico y la densidad del texto, parecen tener poder de repulsión sobre los ciudadanos de a pie. Viendo el lomo de esos tratados infumables da la impresión de que los doctores y demás intelectuales universitarios no soporten que el conocimiento sea cosa de todos y que, a la hora de escribir, lo hagan para ser comprendidos exclusivamente por los miembros de su tribu. Desde su punto de vista, la cultura ha de ser un tostón. Sólo de esa manera pueden conservar el privilegio de creerse por encima de los demás. Bueno, pues no estoy de acuerdo.
Durante años, Carlos Giménez fue uno de los dibujantes de cómics más comprometidos del panorama español. En muchas ocasiones, su dibujo acaramelado contrastaba con unos argumentos tan duros que aún hoy son difíciles de asimilar y, sin embargo, estaban basados en hechos reales. Entre 1976 y 1977 publicó en la revista El Papus toda una serie de historietas de dos páginas en clave periodística que luego se recopilaron en tres álbumes. Hoy en día puede adquirirse toda esa obra en un solo volumen que editó Editorial Glénat hace ya un tiempo: España Una, Grande y Libre.
De un modo impecablemente lúcido y no carente de sentido del humor, el cómic mencionado aborda casi todos los asuntos que fueron conformando la llamada Transición española: el paro, el mal hacer de algunos políticos, la extrema derecha, los ricos y los pobres, las primeras elecciones, los coletazos de un Franquismo aún presente, la amenaza constante de un golpe de Estado,
O sea que no hay excusa para aprender. No es necesario devorar volúmenes insufribles para comprender qué fue
No hay comentarios:
Publicar un comentario