miércoles, 7 de mayo de 2008

Textos Libres. Lluis (10)

Doy mi palabra de honor de que Lluis no es el jefe de este blog ni yo un currante a sueldo. El tío escribe y yo se lo publico. Por cierto, ¿y los demás lectores y comentaristas? ¿Ya no se atreven? Ya dijimos que quien quiera puede contar sus experiencias durante la Transición y publicarlas en este blog. Basta con enviar el escrito a: cgalianoroyo@gmail.com.


DE CINE - DE SERIE

He de aceptar que la época de mi vida de la que menos recuerdos tengo (no sé si sería por «excesiva felicidad» o por todo lo contrario)es la de mi infancia. Es por ello que, para muchas referencia de mi vida de entonces, tengo que recurrir a poco antes de mi adolescencia (9- 10 años), cuando los recuerdos son más nítidos y más fáciles de reconocer y situar en el tiempo.

Yo tuve (y tengo) un hermano «loco por el cine». Desde muy pequeño, desde muy joven (teniendo en cuenta que cuando yo tenía 10 años, el tenía 14) hablaba de cine, compraba libros y publicaciones o ampliaba su enciclopedia (CINE). No recuerdo haber ido a una sala de proyección más que en muy contadas ocasiones y generalmente durante los veraneos en Salou (en aquel cine al aire libre, cerca de las vías... que cada vez que pasaba un tren, perdíamos el hilo de la película). Por tanto, el descubrimiento del cine y su magia se lo debo, especialmente, a la televisión (¡¡imaginaos el cine que se podía «descubrir» por aquellos años!!). En casa fuimos unos privilegiados (lo admito) porque tuvimos tele muy pronto, primero en blanco y negro y luego en color.

Todas las películas «clásicas», las vi por la tele y cuando mis padres me dejaron. Las históricas (que tanto me gustaban: Los 10 mandamientos, Rey de reyes, Cleopatra, Ben-Hur, Quo Vadis... Los grandes Clásicos: Ciudadano Kane, Lo que el viento se llevó, Casablanca, La fiera de mi niña, Eva al desnudo (que en inglés era «All about Eve», como un excelente grupo pop de los 90). Los Musicales que nunca entendí, como Bailando bajo la lluvia, las películas de Sinatra y tantas otras. Los films de Errol Flynn (que nunca se despeinaba, por mucha acción que tuviera la cinta), Buster Keaton, Chaplin, Cantinflas. Aquellas películas españolas tan «gratificantes»: Marcelino pan y vino, Muerte de un ciclista, Calle Mayor, Bienvenido Mr. Marshall, El clan de los botones, El último cuplé, mi querida Señorita... O las películas de «Folclóricas» que tanto le gustaban a mi madre y todas aquellas historias protagonizadas por Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Gracita Morales...

Cuando ya tuve edad y «posibilidades» de ir al cine, acudía a unas sesiones que incluían el NO-DO (hablando generalmente de Franco y sus hazañas) y dos (2) películas. El espíritu de la colmena (cuando yo tenía unos 13 años), La escopeta Nacional de Berlanga, El crimen de Cuenca. Y ya en los años 80, Los Santos Inocentes o las películas de Almodóvar (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón... donde participaba Olvido Gara, «Alaska», de Alaska y los Pegamoides) y otras...

Debo referenciar aquí (aunque solo sea de pasada) el cine erótico de la Transición (el que nuestros mayores habían tenido que ir a ver a Perpignan): El último tango en París, Historie d'O, La Naranja Mecánica, Libertad sexual en Dinamarca, Los cuentos de Canterbury, El Decamerón, toda la saga de Emmanuelle (incluso «Emmanuel Fraga Iribarne», como decían los de «Interviu»), el destape de la Cantudo, de Nadiuska o de mi mito erótico de aquella época, la maravillosa Ornella Mutti... (algunas de estas películas las vimos en el cine de un pueblo al que íbamos con los amigos, y en el cual entraba gente de todas las edades y condiciones; unos, a ver cine; otros, a juguetear; otros, a «hacer manitas» con alguna chica; otros, a hablar; y otros, a no dejar escuchar ni ver). Recuerdo, con especial cariño, las películas del Cine-Club de mi ciudad: todo el cine Italiano (especialmente Fellini, al que le tenía una especial devoción) o francés (Truffaut y otros...). El perro Andaluz y otras películas de Luis Buñuel. Nosferatu, El Nacimiento de una Nación, Intolerancia, El Acorazado Potemkin y Octubre (del gran Eisenstein), Aguirrre y la cólera de Dios (de Herzog), La muerte de Mikel, L'Orgia, Perros callejeros.

También las series de películas históricas del colegio. Los últimos días de Pompeya, Platon, La caída del Imperio Romano, La invasión de los Bárbaros, El Álamo.

También recuerdo las grandes películas americanas (o no) de «desastres» o de terror o ciencia-ficción que casi todos veíamos: La Aventura del Poseidón, El Coloso en llamas, Poltergeist, Carrie, El Exorcista, Tiburón, Alien, El Resplandor, Apocalypse Now, 2001 una Odisea en el espacio, El Planeta de los Simios, Encuentros en la Tercera fase, El Padrino...

Y todas aquellas series de televisión (tan distintas a las de ahora, que básicamente son de médicos), desde las infantiles como Heidi, Marco, Pipi Calzaslargas o Verano Azul... Recordar aquí a La familia Telerín, que nos mandaba a la cama a horas que hoy serían descritas como impensables (por lo tempranas). Super Agente 86 (divertidísima), Ironside, Bonanza, Vacaciones en el mar, La Casa de la Pradera, El coche fantástico, El Equipo A, El Virginiano, El Santo, Embrujada, Misión Imposible, Los vengadores... o los dibujos animados de los Picapiedra, La Pantera Rosa y todos los personajes de la Warner.

Recuerdo especialmente (creo que eran posteriores a todas las mencionadas): Asesinato en el museo del Louvre (que ya era intrigante la presentación... y que daba «realmente miedo»), Quién puede matar a un niño (de Serrador) o La ascendencia y la caída de Reginald Perris (una auténtica locura), a la que seguirían las series cómicas y pseudoeróticas de Benny Hill, Los Roper, Los Jóvenes, Oh ministro o L'escurço negre (para TV3). Y todas las series de Rodríguez de la Fuente y Jaques Costeau.

Recuerdo especial a los fines de año de los incomparables «Martes y Trece» y los grandes momentos de humor de Tip y Coll o Gila. Y volviendo al cine: las increíbles películas de los Hermanos Marx o las de los Monty Python (incluyendo Un pez Llamado Wanda, en la que participaban algunos de ellos o las de Terry Gillian), y Woody Allen. La película El golpe y todas las de Disney (que nos hacían llorar y descubrir la «crueldad» de los cuentos).

Mención aparte merecería el teatro, del que confieso que ocupaba poco de mi tiempo libre. Me interesaron mucho todos los espectáculos de la Fura dels Baus, de Els Joglars o de Els Comediants. Y recuerdo también algunos espectáculos musicales como Gospel o Hair, en sus versiones nacionales.

También recuerdo (aunque no tenga nada que ver) las colecciones de cromos de la época (algunas, realmente alucinantes), los juegos y juguetes (los Reunidos, Exin Castillos o Cine Exin, Scalextric...) y los soldados de plástico, con los que organizábamos «batallas» interminables (y sin Play).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lluis:

Yo también recuerdo muchas películas de las que hablas y ubico su proyección en el cine del colegio. Pero recuerdo una de ellas, en concreto, con mucha intensidad: El Álamo. ¿Te acuerdas? Teníamos una especial admiración hacia aquella batalla que habíamos visto en el cine y que reproducíamos. a veces, jugando con los muñecos de plástico. Creo que incluso llegamos a dibujar alguna historieta sobre ella. Pues bien. Hace un par de meses leí, en una revista de historia bastante fiable (Historia y Vida, creo), cómo fue realmente aquella batalla. El combate no fue tan heroico como pretenden los noretamericanos. Duró tres cuartos de hora. Después se rindieron los héroes de la resistencia tejana (entre ellos David Crockett) y fueron fusilados inmediatamente. O sea que no se prdujo un sitio interminable ni acciones heroicas. Más bien fue un desastre. ¡Hay que ver cómo nos lo creíamos todo!

Anónimo dijo...

Y a ti te parece bonito romper la magia de la infancia de esta manera?.
En toda historia hay parte real y parte imaginaria (Las termopilas, El Caballo de Troya...)y lo bueno es cuando, lo imaginado; es creido más como real que lo que realmente lo fue.

LLuis

Anónimo dijo...

Te jodes. La batalla duró tres cuartos de hora.

MIGUEL ANGEL DÍAZ DE QUIJANO SANCHEZ dijo...

Que bueno el virginiano, ya no me acordaba, te has dejado Daniel bum, era un cazador que llevaba un gorro que era una especie de marmota o algo así.
mike