viernes, 18 de enero de 2008

La calle durante la Transición

Insisto en que se ha escrito muy poco acerca de lo que no tuviera que ver con la política durante la Transición y que, además, parece que estemos todos tan contentos y felices de que sea así. Es como si necesitáramos lavar las heridas de aquella época despojándola de la humanidad necesaria para comprenderla. Pues bien. Si se ha hablado poco de muchas cosas, al respecto de lo que sucedía en la calle no se ha dicho absolutamente nada.

La calle, al contrario de lo que sucede hoy en día, estaba tomada por la gente. No sólo servía para ir de un sitio a otro y a paso ligero. Los niños aún jugaban en las plazas, los jóvenes nos sentábamos en los portales de las casas para beber las litronas e incluso había quien esperaba pacientemente a su pareja en una esquina durante horas interminables. Los parques y los jardines solían estar ocupados por grupos de adolescentes que, sin dinero para ir a ninguna parte, fumaban hachís o marihuana mientras comentaban anécdotas o se reían de cualquier cosa. En lugar de no ser de nadie, la calle era de todos.

También estaban ahí los grupos violentos. Cuando los guerrilleros de Cristo Rey iban a la caza del rojo, por ejemplo, atravesaban las calles corriendo y golpeaban a todo aquel que llevase el pelo largo o que, por cualquier motivo, les pareciese sospechoso de ser de izquierdas. Luego seguían corriendo, tomaban un autobús y se perdían por la ciudad para empezar de nuevo, varias manzanas más allá, su acción supuestamente política. Tampoco los rojos se quedaban cortos, si bien su violencia quizás no fuese tan indiscriminada. No todo aquel que llevase bigote era susceptible de ser facha, pero no fueron inhabituales los ataques a los bares o los locales donde se reunían los de derechas.

La calle fue el lugar donde se celebraron cientos de manifestaciones que hemos olvidado, donde por primera vez se hicieron conciertos multitudinarios, donde los terroristas asesinaron, según en qué año, casi a una persona cada dos días, donde la gente hizo colas larguísimas para ver las primeras películas de destape, donde desfiló un ejército todavía muy distinto al de hoy y donde, al final de la Transición, se parapetó la policía para vencer a los golpistas de Tejero.

(Sigue en La música)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cierto. Como bien dices,la calle estaba tomada por la gente... y por la gentuza. Pero como a veces los unos y los otros llevaban distintos uniformnes, no eran fáciles de distinguir. Gente entre medio de la gentuza y viceversa... pero poco a poco todos nos ibamos conociendo. (y mirando desde la acera los dueños de siempre de la calle. Saludos Maki).

Particularmente solo quería ver a las niñas.