jueves, 24 de enero de 2008

La idea de la novela

La idea original viene de lejos. Podría venir, incluso, de una de aquellas noches brillantes de la Transición en que, después de hablar durante horas, de oír música y de otras cosas que me callo, alguien de la cuadrilla dijo: De aquí ha de salir algo. Lo recuerdo perfectamente. De alguna manera éramos conscientes de que nos había tocado vivir en una época muy especial y que, para colmo, formábamos un grupo que estaba de acuerdo con su tiempo. El sistema nos marginaba descaradamente, nos tenía por delincuentes por el hecho de ser jóvenes y teníamos un millón de problemas que serían incomprensibles hoy en día, pero creíamos en nosotros. Sabíamos que teníamos la fuerza para salir adelante e incluso para destacar. Supongo que la idea de hacer algo ya estaba en el aire; y, de hecho, tan sólo dos o tres años después publiqué mi primer guión de cómic, con dibujos de mi hermano José Luis, en la revista Makoki. No fuimos los únicos. Mi hermano Carlos y otros dos de los habituales de aquellas reuniones tocaron en varios grupos de cierto renombre y uno más ha dedicado su vida a la guitarra clásica. O sea que sí: De ahí salió algo.

He de reconocer que hace unos seis años, cuando me senté ante el ordenador para escribir la novela, no sabía ni por dónde empezar. ¿Qué debía hacer con un ambiente tan difícil como el de la Transición? ¿Cómo podía combinar y dar coherencia a situaciones y conceptos tan dispares como los que se confundieron en la calle durante aquellos años? Porque una cosa es la realidad y otra, muy distinta, todo aquello que se escribe. Es imposible reflejar la incoherencia de las personas reales en la ficción: los personajes de novela han de ser necesariamente coherentes para que el lector los entienda, comprenda el argumento y no pueda quejarse diciendo: ¡Pero si ese tío decía lo contrario en el capítulo anterior! Sin embargo, en la vida real somos todos un poco contradictorios, inconstantes e incoherentes. ¿Quién no ha rectificado sobre algo que pensó en un pasado? Y entonces, ¿cómo hacer para que los lectores de hoy puedan comprender, por ejemplo, que un muchacho anarquista pudiera contar con la confianza de un jefe de extrema derecha durante aquellos años confusos? ¿Cómo hacer que parezca natural la amistad de un grupo de jóvenes que, si bien compartieron su tiempo y su espacio, eran totalmente diferentes? Lo cierto es que tenía un montón de ideas revueltas en la cabeza, pero poco más. Ni siquiera sabía que el texto iría tomando lentamente tintes de novela negra.

Pronto saldrá a la venta. Mi editor me ha dicho que se dará toda la prisa posible y que tal vez pueda estar lista dentro de un par de meses. Tal vez menos. En cualquier caso, se trata de una editorial pequeña y de nueva factura. Ya dije que las editoriales de siempre se han negado a publicarla por no ser políticamente correcta. En uno de los mails donde me anunciaban una nueva negativa, el coordinador de la editorial en cuestión me decía: Lo siento, pero ya sabes que la historia de la literatura rebosa de errores editoriales. Bueno. La novela se venderá casi exclusivamente por correo. Cuando llegue el momento daré los datos para conseguirla.

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