jueves, 20 de marzo de 2008

Las Bandas


Aunque de un modo anecdótico y como apoyo a unos textos que trataban otros asuntos, a menudo se ha hablado en este blog de las bandas de delincuentes que se enseñoreaban de ciertos barrios durante la Transición. Sin embargo, creo que tales bandas deben tener un espacio aparte. Existieron. Y estaban mucho más presentes de lo que creen algunos.

En la novela hay un episodio protagonizado por dos o tres miembros de una de las bandas de entonces, Los Calaveras. Los hechos que narro, convenientemente adaptados al argumento de la novela, sucedieron casi como lo cuento. Fue en la Discoteca Hilarios, en Salou, y pudo acabar en un baño de sangre. Naturalmente, no voy a desvelar aquí todo ese asunto. Tendréis que esperar los veinte o veinticinco días que faltan para que se publique el libro. Pero sí puedo hablar del aspecto que tenían los miembros de las bandas, casi siempre dotados de algún distintivo o alguna enseña para identificarse. Por ejemplo, Los Calaveras llevaban una calavera con dos tibias cruzadas en la espalda de sus camisetas o sus cazadoras tejanas. Qué originales, ¿verdad? Bueno, por algo eran pandilleros y no Doctores Honoris Causa. Y además, a ver quién era el guapo con cojones para acercarse y decirles que eran unos tíos sin imaginación. La segunda noche que se presentaron en la discoteca Hilarios eran más de medio centenar.

La banda de La Moneda actuaba cerca del instituto donde yo iba a estudiar. O a suspender, vaya, pero eso ahora no viene a cuento. Se les reconocía por su aspecto inconfundible de macarras de barrio pelo largo, ropa ceñida y el inevitable peine en el bolsillo trasero y por llevar monedas de dos reales cosidas al cinturón. Eso era fácil de hacer porque aquellas monedas, al igual que las posteriores de veinticinco pesetas, tenían un agujero en el centro. Lo del peine tenía mandanga. Ignoré que el peine pudiera tener dos usos hasta el día en que vi cómo dos tipos se enfrentaron esgrimiendo los peines como si fuesen navajas. Se derramó la misma sangre que si lo hubieran sido.

Y como apunte final, para demostrar que las bandas estaban en boca de todos, voy a contar una anécdota. Acostumbrábamos a reunirnos en la discoteca Hilarios que, en la novela, se llama La Pista. Era un local muy especial. Allí acudíamos los miembros de todas las tribus, los que detestábamos las discotecas tradicionales y concebíamos la música como un fin y no como un medio para ligar. En Hilarios había punks, pops, skás, mods, pijos rebeldes, mariconas exageradas, tíos realmente peligrosos, traficantes y muchos más elementos de la noche urbana. Unos llevaban los pelos de colores, otros tenían las chupas llenas de chapas, otros iban rapados y otros, bueno, yo qué sé. El caso es que nos llevábamos bien o, al menos, nos soportábamos. Hilarios era el reducto de los marginados, de los chalaos y de los amantes de las cosas raras. Pues bien. Un día dijeron que iban a cerrar durante un mes para hacer obras. La gente se horrorizó. ¿Y dónde vamos a ir mientras tanto, si no hay un lugar que pueda aceptarnos?, nos preguntábamos. No sé quién dijo que sabía de una discoteca donde apenas iba nadie y que, por lo tanto, se alegrarían de ver a tanta gente de golpe. Era una discoteca como las demás, con clientes normales que iban a bailar normalmente y a beberse unos cubatas normales. En seguida se corrió la voz y, cuando cerró Hilarios, fuimos todos a la mencionada discoteca. Total, unos cien individuos. Recuerdo que el portero del local no entendía nada. Estaban llegando, de golpe, docenas de tíos raros que, por otra parte, se dejaban una pasta gansa en la barra y no se metían con nadie. Claro que tampoco se metió nadie con nosotros. Lo cierto es que no había por qué, aunque quizás hubiese otra razón. El primer día, cuando unos amigos y yo pasamos junto a unos clientes habituales, oí que uno de ellos decía en voz baja:

¡Joder! ¡Vaya banda!

(El dibujo es de Forges)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La "Clariana" del dibujo que acompañas, esgrime un "instrumento" que estaba muy de moda entre las bandas (aparte de las navajas, los guantes o botas reforzados, los cinturones...). Muchos de aquellos tipos eran aficionados a las artes marciales "mal entendidas" (la modalidad "patada en la entrepierna" era muy usada). Lo del peine en el bolsillo trasero era "definitivo" , sin duda, para reconocerlos (como los pantalones ajustados/ceñidos). Algunas bandas eran realmente peligrosas: Iglesias, Paco Tocho, cadenas (tengo un texto sobre eso, que un dia te enviaré); y la verdad es que el rollo cambió definitivamente cuando algunos de esos tipejos empezo a traficar y a buscar clientes entre los que anteriormente habían sido sus enemigos (el negocio es el negocio). Asi se mezclaban gente marginal con algunas de las mejores familias de la ciudad. Si te reconocian, estabas salvado. Sino,en continuo peligro.
Una de sus frases preferidas (lo siento, pero era así): "Me vas a comer la polla" (Unos de esos "figuras", pintó estas mismas palabras en una pared del colegio de La Salle. Todo un impacto),

Lluis

Anónimo dijo...

Qué peligro, la banda de la moneda. Había un par de chavales: "el mundo" y "el molina" que daban verdadero miedo; "el mundo" levantaba poco más de medio metro del suelo pero cuando abría la boca echaba sapos que era de ver. Cuando empezó la banda había un tipo que le llamaban "el grúa" porque tenía una mano medio inútil que siempre estaba en posición de gancho.
Este me había jurado y perjurado por su madre, mientras me enseñaba el tatuaje "amor de madre" que figuraba en su brazo que, si algún día alguien me hacía algo, estaba muerto.
Y de hecho un día, en el que uno de la banda me eligió como víctima para su atraco callejero, salió en mi defensa y me fui con el bolsillo intacto. -"A esta dejarla, que la conozco"- dijo. Ah, palabras mágicas!

MIGUEL ANGEL DÍAZ DE QUIJANO SANCHEZ dijo...

Veo que viviamos en el mismo barrio, si,si, me suenan todos, vaya Peña! y algunos que venían a mi clase como Piñero o Gines, estos atracaron bancos a diestro y siniestro, en el colegio publico de entonces te codeabas con la jet -set,al menos estos también a la jente que conocían la respetaban(menos mal).
mike

Anónimo dijo...

QUECO, PEPE EL GRUA, MAÑAS, MARQUEZ, SERRANO, ETC.ETC.
CONVENÍA LLEVARSE BIEN CON SEGÚN QUIEN.
COMO PASA TAMBIÉN AHORA PERO EN OTRO NIVEL.
ENTONCES PARA SOBREVIVIR ERA MEJOR QUE AQUELLA GENTUZA TE CONOCIERA Y NO TE MALTRATARA.
MUCHOS ESTÁN O HAN ESTADO EN LA CARCEL.
SU DIVERSION ERA IR A DAR PALOS!!
JET-SET TOTAL COMO DICE MIKE.
COMO IBAN A NUESTRAS CLASES EN EL COLE (DURAN Y BAS DE LA CALLE VALLESPIR), CONSEGUIAMOS IR TIRANDO SIN GRANDES PROBLEMAS.
JOSE