martes, 18 de marzo de 2008

Los lugares de ocio

Con la muerte de Franco no empezó otra época por las buenas. La llamada Transición, que en sí ya fue una época, necesitó su tiempo para afirmarse como tal y, lógicamente, al principio se compuso de los coletazos de la etapa anterior. Algunos hábitos de los últimos días del franquismo, que curiosamente ahora censuraríamos por ser excesivamente liberales, sobrevivieron durante una temporada. Por ejemplo, no sé si ahora sucede, pero aún no teníamos quince años y ya entrábamos en las discotecas, nos atizábamos un vodka con naranja y nos poníamos hasta las narices de fumar sin que nadie se escandalizara. De vez en cuando se corría el rumor de que habían entrado dos tíos de la secreta y nos ocultábamos entre otros grupos de muchachos que, aunque fuesen mayores que nosotros, tampoco tenían la edad. No recuerdo, por cierto, si la mayoría de edad estaba en los 18 ó en los 21, pero da igual. Era evidente que la mayor parte de la clientela de aquellas discotecas no daba la talla.

En aquellas salas de baile había peleas a menudo. Creo que mucho más a menudo que ahora. Y en honor a la verdad he de decir que nunca, absolutamente nunca, se producían a causa del alcohol. Nadie iba bebido a la hora de las bofetadas. Y vuelvo a decir algo que ya he dicho muchas veces. Ya sabemos que el alcohol es malo, pero en muchas ocasiones no es el culpable de los altercados o las peleas. Si la gente se pelea es porque lleva eso en su naturaleza.

Donde las peleas también estaban a la orden del día era en los autos de choque. Quizás no tanto como en las discotecas, pero las pistas de autos de choque eran lugares muy frecuentados por las bandas. No sé por qué, los grupos de pandilleros ocupaban las esquinas de las pistas y se liaban a guantazos con cualquiera a la mínima ocasión, amén de bacilar al personal y de fumar al estilo de los gángsters de las películas. A mí me dejaban en paz. Debían creer que yo era de la casa, supongo, porque me veían por allí a cualquier hora y nunca se metieron conmigo. No en vano el dueño de las atracciones era cliente de mi padre y le daba invitaciones para los coches a paladas. Yo siempre tenía docenas de fichas en los bolsillos. Ahora, sin embargo, los autos de choque ya no tienen un significado propio, ya no seducen a los tíos duros ni las bandas de matones se dan cita en sus alrededores. Son una atracción más, como la noria o el tren de la bruja.

Pero los lugares de ocio más frecuentados por los jóvenes de entonces eran las míticas salas de juegos. Allí nos encontrábamos los estudiantes, los trabajadores y, por supuesto, los macarrillas de turno. Eran locales esencialmente masculinos. Rara vez entraba alguna chica y, si lo hacía, había un no sé qué en el aire que impedía que los habituales se comportasen como de costumbre. En todo caso, jamás vi que entrase una chica sola.

A mí me gustaban las salas de juegos donde hubiera flipers o futbolines. Los flipers, las máquinas del millón, me permitían pasar toda la tarde del sábado con un par de monedas. Llegaba, jugaba un poco, hacía diez partidas gratis y las vendía. Luego repetía la operación con otra máquina. Mientras tanto, sonaban por los altavoces las más horrendas canciones de moda. Para eso estaban aquellas máquinas de discos, que hoy tampoco existen. No había walkmans ni mp3, claro. Nadie llevaba la música encima.

Y nos quedan por mencionar las salas de billares, que también eran lugares de atracción para las bandas, si bien sólo para las de tupé y cierto estilo. No se trataba, ni mucho menos, de la misma clientela que acudía a las salas de juegos de los flipers. Para entrar en los billares había que pertenecer a la tribu. A mí no me gustaban mucho. Recuerdo que los del tupé se pasaban la tarde mirándose unos a otros con gestos agresivos mientras le daban al taco con un estilo propio de los barrios de Nueva York. Yo prefería jugar al fliper y que me dejaran en paz. Y sigo prefiriéndolo. Pero ya no hay flipers. Ni salas de juegos. Ni tíos con tupé.

(Sigue en Las bandas)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos llamaban los magos del futbolín!
Había verdaderos supercraks del futbolín, y como el que ganaba seguía jugando, con un duro te pegabas la mañana!
Eran otros tiempos.
Ahora los chavales contactan más con los colegas por el messenger, y el móvil que en persona.
Y juegan a la playstation, en lugar de al flipper, etc.

Ejemplo:
3 chavales (mi hijo, y 2 amiguetes), entre 18 y 20 tacos.
Vienen a nuestra casa porque saldrán por ahí, y dormirán en casa.
Antes de acicalarse, se encierran en la habitación (normal).
Cuando voy a verlos por algo este es el cuadro:
Los 3 sin decirse ni pío.
2 encima de la cama con los portátiles chateando con otros colegas.
el tercero jugando a la play y hablando por el móvil.
viva la comunicación! pero online...
Jose

Anónimo dijo...

Respondo. Ahora entran con 18, pero tambien hay salas "especiales" para 15. Aún así (el mundo es mucho más hipocrita) pueden entrar si estan "en lista" o si los entra un/una relaciones publicas.
Recuerdo los "autos de choque" de nuestra ciudad y el artón de subir que nos pegabamos gracias a tus fichas gratis (igual eso es lo que les daba a veces rabia a algunos). En los de Salou el ambiente era un rato mangui y era facil buscarse una bronca, sobretodo si ibas con tias (y estas estaban buenas... si era así, estabas perdido)(y nada de enrollarse con tias del pueblo, si eras de fuera). También recuerdo el "matic", como lugar de reunión con los colegas. Y la bolera de la Capital, ¿La recuerdas?.
En las discotecas había broncas y peleas continuas. Los charnis buscaban la boca a todo el mundo (era facil reconocerlos, pantalones super ajustados y un peine en el bolsillo de detrás) para divertirse, bacilar a una tia o porque sí.
Y las peleas campales con los niñatos de Zaragoza en Salou? (que tenia que intervenir las policia). Eran otros tiempos desde luego. La Play es ahora la "Reina" pero todavia hay salas con billares e incluso con futbolines...
Lluis.-

Anónimo dijo...

Sí, si que hay máquinas del millón hace poco me puse a jugar con una en un bar y me lo pasé brutal. Con una miserable moneda estuve jugando muchísimo rato y eso que yo no era demasiado buena en mis tiempos. Me regalaron bolas, partidas, puntos extras y, en fín, creo que hasta rompí un record de no se qué (sería de incredulidad o algo así).

Joseeeeeeeee tu tienes un chaval de entre 18 y 20????????
Los años pasan a una velocidad vertiginosa.

El sábado pasado entré en los lavabos de un multicine y mientras me lavaba las manos iba oyendo a alguien vomitando desaforadamente en uno de los cubículos retreteros.
Me esperé a que saliera porque me mataba la curiosidad. Iba haciendo apuestas conmigo misma. Tenía que ser una mujer pero vomitaba como un carretero.
Cuando salió se colocó en la pila contigua a la mía. Era una mocosa de 14 añitos con un colocón impresionante. Se lavó la cara y se quitó los restos de "papas" que tenía alrededor de la boca, le pregunté si estaba bien y me dijo rotundamente: -NO, ME DUELE LA CABEZA- y se fue tambaleando hacia el distribuidor donde estaban las salas de cine.

Yo creo que la gente muy joven se sigue colocando como antes. La diferencia quizás esté en que nosotros éramos mucho más maduros y menos caprichosos.

Anónimo dijo...

Y no éramos tan estúpidos de ir ciegos al cine.

Anónimo dijo...

ja,ja; es verdad.

Anónimo dijo...

sí, mar...
tiene 18.
se llama bruno.
y es como yo de alto.
las chicas se lo rifan!
besos.
jose

Anónimo dijo...

No entiendo nada. Pero bruno no era un mocosete de palmo y medio con unos ojos enormes que sonreía todo el rato?
Me parece que me he perdido algo.

Anónimo dijo...

yes fernando.
mandame tu direccion de mail a traves de cesar.
te enviare una imagen.
fliparas!
dicen que es una fotocopia mía!
jose

Anónimo dijo...

eh, yo también quiero copia de esa foto.

Anónimo dijo...

Jose:
En el perfil del blog de Fernando está su mail. La dirección del blog es:
http://www.fernandosarto.com/