lunes, 25 de febrero de 2008

Los personajes reales de la Transición


La Transición, como cualquier otra época, contó con unos personajes propios y característicos que vivieron aquellos años y después fueron diluyéndose hasta desaparecer. Sería imposible imaginar a alguno de ellos en el mundo de hoy en día. Del mismo modo que durante los años 50 podemos encontrar al pluriempleado con familia numerosa, cuatrocientas letras por pagar y una única gabardina para el invierno, después de la muerte de Franco fueron tomando forma unos individuos acordes con los nuevos tiempos. Algunos de ellos pasaron sin pena ni gloria y otros, por su peculiaridad, fueron reflejados magistralmente en los artículos de las revistas críticas, en el cine, en las novelas y, sobre todo, en los cómics. Es el caso, por ejemplo, de Martínez el Facha.


Si Carpanta representó al hambre del franquismo y Pepe Gotera y Otilio a la inevitable chapuza española, Martínez el Facha fue el símbolo de la decadencia del régimen, el más claro coletazo de unos valores que a cada minuto eran más anacrónicos. Su creador, Kim, dio en el clavo con el personaje. Martínez el Facha no era un fascista en el sentido estricto del término. Era un franquista; es decir, un ignorante, un paleto que flirteaba con la parafernalia nacionalsocialista sin haber leído el Mein Kampf y sin saber de qué iba realmente la ideología, un defensor de la Iglesia, del caudillaje por aclamación, de la patria inmortal y, por lo tanto, de la costumbre, la tradición y demás principios nacionalistas. Porque, por si alguien lo había olvidado, Franco fue nacionalista, como lo fue Mussolini y el propio Hitler. No obstante, Kim no cayó en la trampa de confundir nazismo, fascismo y franquismo. Estaba caricaturizando a un hombre real, a un tipo de hombre, al franquista puro. Si en algo se equivocó fue en haber prolongado innecesariamente la vida del personaje. Los jóvenes actuales no pueden concebir que existiera un individuo semejante y supongo que ven a Martínez como un monigote sin relación con el mundo real. Pero Martínez el Facha existió. Del mismo modo que existió Torrente, el brazo tonto de la ley de santiago Segura.


La aparición de Torrente en el cine fue demasiado tardía. Supongo que se trataba de una idea que Santiago Segura arrastraba desde la Transición y que, tal vez por no tener dinero en su momento, no pudo llevar a la pantalla hasta el año 97. Porque Torrente era un policía de finales de los 70. Ahora no existe, pero yo le conocí personalmente. De hecho conocí a varios Torrentes. Muchos de los secretas que me pidieron la documentación o que directamente me detuvieron por aquel entonces tenían algo de Torrente. Cobraban poco —eso, seguro, eran unos impresentables tanto física como culturalmente, bebían más de la cuenta por las mañanas, tenían mucho más de oficio que de vocación y, a su manera, eran más justicieros que representantes de la ley. Se nota que Santiago Segura también los conoció. No en vano también pertenece a nuestra generación.

Pero quien se lleva la palma en este asunto de describir a los personajes reales de la Transición fue, como ya he dicho en alguna ocasión, el dibujante de cómics Carlos Giménez. En sus páginas aparecieron todos ellos: los estudiantes románticos, los parados, los pistoleros a sueldo de extrema derecha, los políticos sin escrúpulos, los capitalistas, los curas, los obreros sin esperanzas y los rojos que, después de haber luchado en la guerra civil, de haber sido internados en campos de concentración, de haber luchado contra los nazis y de haber esperado la muerte del dictador durante casi cuarenta años, obtuvieron la recompensa de poder ejercer su derecho a meter una papel dentro de una caja de cristal. No obstante, Carlos Giménez dice fueron ellos, y no los políticos de cualquier signo, quienes hicieron posible la democracia.

(El dibujo de arriba es de una historieta de Carlos Jiménez que publicó El Papus. Está claro que también Carlos Giménez opinó en su momento que la Transición tuvo sus más y sus menos)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Carlos Jimenez era muy bueno!
estoy de acuerdo.
y otros muchos, claro.
Yo tenía debilidad por un par de ellos.
Crumb (oh, las mujeres-animal crumbianas!).
Y el pollo que dibujaba siempre un ratoncillo en todas sus viñetas (Giacometti o algo así!)
er jose